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Yo viví "El motín del Caine"

                                   Por: Jaume Matamala

      En la década de los 60 y recién salido del velero Escuela Galatea fui destinado al Buque de Transportes Almirante Lobo, un barco que se le conocía como pirata o penal flotante. Todos estaban expiando alguna culpa desde el comandante al último marinero. Embarqué en Gijón cuando ya estaban retirando el portalón del muelle, en mi nerviosismo olvidé saludar a la bandera por lo que por los altavoces escuché: "El cabo que acaba de embarcar suba al puente" Allí fui arrestado a dos guardias, ocho horas seguidas de puente por mi omisión. 
   
     Aquel Segundo Comandante era huérfano de la Armada. Supe que sus padres los habían matado los rojos en nuestra guerra civil y que inconscientemente culpaba a todos de su desgracia. Mantenía una situación a bordo de paranoia que años mas tarde  pude comprobar en la película " El Motín del Caine ". Tal pánico infundía a la dotación, incluidos los oficiales de inferior rango, que al adivinar su presencia en un sollado o cubierta desaparecían todos a otro lugar ante la posibilidad de ser arrestados por nada, o simplemente por mirarlo.

     Tenía un perro inglés, que le acompañaba por doquier incluso en sus borracheras en los distintos puertos. Nos guardábamos de él, al observar la presencia del perro montando guardia en la puertas de las tabernas.
   El sargento artillero, al que arrestaba y desarrestaba continuamente, se convertía en el compañero fiel en sus andanzas. Al poner el pie en el muelle los dos perdían los galones por orden del "dios baco " pasándose a tutear volviendo horas mas tarde borrachos como una cuba en compañía del perro que era el único sobrio que les devolvía al buque.
     
      En Palma de Mallorca, nos ordenó que a su vuelta quería ver dos defensas de un barco contiguo en nuestro pañol y en Alicante, en el Paseo Marítimo acababan de colocar unos bancos preciosos y mandó que al día siguiente quería ver dos montados en nuestra cubierta. Pertenecíamos a la Marina pero íbamos totalmente de libres. Se hacía contrabando de tabaco, negocio con el carbón de nuestras bodegas con la pintura, todo era posible. Este fue mi "Caine Español" al que no le puedo colocar lo del "motín" porque desembarqué al cabo de dos años, pero si sé que aquél comandante terminó mal en la Marina de Guerra y que el barco siguió llevando una disciplina muy relajada  fuera de los cánones de otras dotaciones de buques de guerra.